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Estoy dentro de una cápsula redonda. Sólo hay espacio para un pequeño asiento y un control que me ayuda a moverme junto con la cápsula. Comienzo a avanzar dentro de la cápsula a un acantilado, mi intención era ver el mar que estaba en el horizonte. Pierdo el control de la cápsula y comienzo a rodar sin control hacia el final del acantilado. Pienso en que voy a caerme al mar y que no tengo manera de salirme.
Comienzo a caer y caer y caer y entro al mar. En cuestión de segundos tomo consciencia de que voy a hundirme en lo más profundo. Nadie sabrá qué me pasó. Pienso en la tristeza de mi madre y de mi padre. Pienso en que no hay forma de salir, pues la cápsula está cada vez más profunda en el océano.
Pienso en que así me voy a morir. Pienso en lo irónico de estar en lo más profundo del mar y no estarme ahogando. Estoy encerrada en esta cápsula sin poder salir, pero estoy respirando. Me atormenta la idea de seguir viva un largo rato, hasta que el hambre y la sed sean demasiadas y me hagan desvanecer. Veo hacia arriba y no veo nada, lo profundo del mar es muy obscuro. Comienzo a gritar. Me despierto.