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Estaba en un Sanborns a punto de comprar un pollo en chipotle para la cena de navidad en casa de mi abuela, traía mi tapabocas y me sentía mal, cómo que era algo que no debía estar haciendo. Me arrepentía y me iba corriendo dejando al pobre hombre del Sanborns con el pollo en las manos. Llegaba a casa de mi abuela dónde estaba todo decorado de navidad y todos mis primos. De pronto no sé cómo, descubría una escotilla en el suelo y la abría, conducía al departamento de abajo pero había que bajar por un túnel largo y obscuro de manera vertical. En ese departamento en el que no había nadie encontraba otra escotilla en el suelo y bajaba de nuevo por un túnel hasta entrar a otra casa donde había un rodaje de cine y me pedían silencio. Veía otra escotilla y bajaba y lo hacía por mucho tiempo bajando por mil submundos. No entendía porqué si bajaba y bajaba seguía entrando la luz del sol a cada casa pero entre cada espacio el trayecto era más largo y oscuro. Llegaba a una casa con una pantalla gigante, mi papá estaba ahí y se veía muy cómodo, no estaba haciendo nada, me preguntaba si quería ver una película. Yo le decía que ya no quería seguir bajando, que quería volviéramos arriba. Él no me hacía mucho caso entonces yo subía sola pero me sentía rara de que no le insistía más o de no me despedía con mucha claridad. Subía pero ahora las escotillas estaban cerradas y yo tenía unas llaves que servían, le gritaba a mi papá que le dejaba las llaves a un lado para cuando quisiera subir pero no me contestaba. Sentía feo de dejarlo abajo y que no me hiciera caso pero yo subía cómo loca porque tenía miedo de no poder regresar por lo mucho que había bajado.